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Astrología Psicológica e Integrativa

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La Luna (I)

Actualizado: 5 ago 2018


La luna, es el único satélite natural terrestre, con un diámetro ecuatorial de 3474 km, constituye el quinto satélite más grande del sistema solar. Aunque no tiene luz propia, su potencial reflectante le permite ser el objeto más brillante en el cielo después del Sol. La fuerza de atracción que ejerce sobre la tierra es el origen de las mareas y de muchos otros fenómenos naturales.


La luna ejerce una influencia determinante en nuestra especie desde los albores de la

humanidad. Esta, es apreciable en ámbitos tan diversos como el calendario, el arte o la mitología. Ya las poblaciones más primitivas adoraban a la luna y practicaban rituales para la fertilidad y el crecimiento de las cosechas. Su asociación con todo lo que es cíclico y fluctuante se observa en el vínculo intimo de sus ritmos con los procesos de gestación y de parto y en la “sincronía” de los ciclos lunares con el ciclo menstrual de la mujer que, por norma general, dura 28 días. Estos elementos fueron los que, seguramente, dieron origen a la tradicional identificación de la energía lunar con el principio creativo ligado a la feminidad. Así, se concibe la luna como un elemento femenino (ying) y el sol como su

contraparte masculina (yang).


En cualquier caso, es evidente que la luna y el sol comparten protagonismo en el cielo y en la carta natal. Así, estos astros también son llamados los luminares y su relación es tan opuesta, como complementaria. En este sentido, Paradejordi, A. (1985:04), refiere que si el

astro rey representa “la conciencia de vida, todo lo que aparece y puede brillar con luz propia...” su contraparte, la luna, es símbolo de “la infancia, de todo lo oculto, de lo inconsciente e ilusorio”. De este modo, la energía arquetipal lunar reproduce la inmensa capacidad reflectante del satélite nocturno y tal como ocurre en el firmamento, en la carta se limita a reflejar la luz del Sol. Es decir, la luna es incapaz de autoafirmarse y necesita recibir afirmación y aprobación de los demás. Así, la luna es el reflejo de nuestro yo emocional y todo lo que está relacionado con los sentimientos y emociones más profundas e inconscientes (Huber, 2004:59). También es nuestro lado infantil y se relaciona ampliamente con la imaginación, los sueños, la receptividad y, junto con Mercurio, rige la memoria.


La luna es, además, regente del signo Cáncer y en una carta natal también nos da indicios de los orígenes ancestrales, el trasfondo familiar del individuo y su concepto y experiencia de hogar y nutrición. El satélite lunar también reina, como ya comentamos, sobre la memoria, por lo que una fuerte influencia lunar puede generar apego hacia el pasado, hacia los recuerdos, el folklore, la historia y todo lo que, de cierta forma, nos remita a tiempos anteriores. La Luna también se asimila al pueblo, a las masas y al público en general, guardando además una estrecha relación con todo lo primario y atávico, los ritos y la magia.


Tal como afirmamos al inicio, la luna es dependiente de la aceptación externa para sentirse segura y tranquila. Es por esto que en su configuración es clave su ambiente circundante pues se dejará envolver y sugestionar por éste. De este modo, la posición y aspectos lunares determinarán el tipo de contactos y relaciones que nos harán sentir aceptados y queridos y que, por lo tanto, tendemos a buscar. Así, nuestra sensación de seguridad emocional y aprobación que requerimos de fuera varía en función de lo que se denomina el "mecanismo lunar" (signo y elemento en el que se encuentre la luna y planetas asociados a esta).


Este mecanismo empieza ya a activarse desde la más tierna infancia y se observa claramente en la relación materno-filial. A través de esta, empezamos a forjar y a percibir los conceptos de amor, armonía y belleza y, en contraposición -cuando estos no son alcanzados-, surgen las respuestas innatas a la inestabilidad y las contradicciones a nivel emocional. Así, la posición lunar determina aquellos escenarios o en los que cuando alguien se nos acerca de forma abierta y cariñosa nos alegramos y sentimos felices o aquellos en los que nos sentimos vulnerables o dejados de lado y hacen sufrir a nuestro yo emocional (Huber, 2004:60).


Al momento de interpretar la luna es necesario diferenciar si se trata de la carta natal de un hombre o de una mujer. Para el primero, reflejará a la madre, así como la forma que tenga el sujeto de sentir y considerar al elemento femenino y su lado vulnerable, en la segunda, indicará (en consonancia con su venus) la forma de ser y de actuar como matriarca cuidadora, el grado de sensibilidad y su modo de vivir la femineidad. De lo anteriormente expuesto deducimos que conocer nuestra luna es esencial desde el punto de vista vincular porque en el contexto del "Amor" la luna nos indica aquello que nos hace sentir estabilidad y nutrición. Habla también del modo en que necesitamos comunicar nuestras emociones y expresar afecto y que necesitamos para sentirnos correspondidos.


Como es evidente, trabajar la luna es central para la astrología psicológica y terapeútica. Pues en ella reside la clave para hacer conscientes aquellos automatismos y conductas regresivas que nos hacen sentir seguros y estables emocionalmente pero que, la mayor parte de las veces, nos llevan a comportamientos infantiles e inmaduros que no nos permiten avanzar. Debido a esta relevancia, profundizaremos sobre su ubicación en cada uno de los elementos en el siguiente artículo.


Bibliografía:

Gonzalez, I; Lodi, A., Steinburn, (2004) "La Carta natal como guia en el desarrollo de la conciencia". 1a Edición. Editorial Kier.Buenos Aires.

Huber, B.; Huber, L. (2004) “Los planetas. Organos de función. API Ediciones España. Barberá del Valles.

Peradejordi, A. (1985) “La Luna. Clave del Horoscopo”. Colección Urania, 1a Edición. Ediciones Obelisco Consejo de Ciento, 591. Barcelona.

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