NUNCA podré librarme de mis proyecciones, manipulaciones y expectativas, porque soy profunda y totalmente HUMANA y FALLIDA.
SI PUEDO hacerlas, conscientes aceptarlas y reconocer cuándo tengo las herramientas y mecanismos para gestionarlas y si puedo/quiero hacerlo en ese momento o no. Eventualmente, puedo incluso utilizarlas conscientemente dentro de un marco en el que tengo claro lo que estoy haciendo por y para que, sabiendo que lo importante no es el que, si no, el desde dónde.
A primera vista, puede parecer una locura esta afirmación pero manipular es aceptable en ciertos contextos y bajo ciertas premisas. Educar es manipular. El psicólogo o cualquier profesional de la ayuda, terapia, sanación, te manipula. Aquí lo que cambia, es el contexto porque lo hace desde tu consentimiento y enmarcado en una relación de intercambio voluntario e -idealmente- desde una base ética donde esta manipulación no esta dirigida a obtener un provecho personal, si no a acompañar al cliente/paciente/usuario y/o consultante a re-elaborar sus narrativas y asumir responsabilidad de su propia vida. Igualmente, hay una transacción sin embargo, la transacción es honesta y expresa. Aún así, es imposible que, tanto el psicoterapeuta o profesional de la ayuda, como el cliente/paciente/consultantes puedan liberarse de su propia historia, proyecciones y/o expectativas porque ambos son indefectiblemente HUMANOS. Desde mi perspectiva no existe el asepticismo emocional o quizás esto es mi propia proyección y -al menos yo- en el lugar donde estoy ahora y con las herramientas que tengo, soy incapaz de verlo.
Tener expectativas es parte de la vida. Manipular y proyectar en las relaciones con nuestros vínculos es inevitable. Creer que puedes extraerte de todo esto también es una tremenda trampa del ego y una ilusión de control.
La mayor parte de quienes entramos a "intentar" investigar, observar, explorar y en última instancia -ser meros testigos de la conducta e interacción humana- seguramente lo hacemos movidos por nuestras propias heridas y traumas. Muchos de los cuáles vienen de la más tierna infancia, de los modelos y dinámicas de apego generadas por nuestros cuidadores primarios y de las necesidades innatas negadas, no vistas, no atendidas y no satisfechas. Hemos de observar con atención que el "trabajo personal" no se vuelva un instrumento de repetición de patrones con el que nuestro padre interior, en la incansable búsqueda de perfección y rendimiento, nos niega la posibilidad de vivir con todas las consecuencias, incluida la inevitabilidad de manipular, dañar, engañar, ser egoístas, tener expectativas, imponernos ante los demás y todo lo que inexorablemente ocurre como parte de la vida y de la realidad. De hecho, esto puede ser re-traumatizante, un modo velado en el que creyendo que buscamos la plenitud y el crecimiento seguimos, a través de una herramienta socialmente valida y funcional, ignorando nuestras emociones, renovando nuestras sensaciones de ser no vistos y abandonados, esta vez, por nosotros mismos.
Y a propósito de esto, rescato una frase de Lise Borbeau:
"El amor verdadero, es la experiencia de ser tú mismo. Amarte por tanto, es reconocerte el derecho de herir a los demás y algunas veces, rechazarlos, abandonarlos, humillarlos, traicionarlos o ser injusto con ellos muy a tu pesar. Esta es la primera y más importante de las etapas del proceso de curación de tus heridas." ("Las cinco heridas del alma que impiden ser uno mismo")
Este es el verdadero amor incondicional, el que se abre a comprender que no somos siempre buenos, correctos, decentes, justos y que no tenemos porque serlo si no queremos.
Que somos tercos y resistentes a tomar acción ante algo que sabemos que nos daña porque simplemente no queremos y esta bien, porque estamos cansados, porque ya esta bien de exigirnos.
Saber que quizás nunca salgamos de ese agujero en el que nosotros mismos nos hemos metido. Que quién sabe, igual no somos capaces de seguir en el camino de compromiso y crecimiento y estamos dispuestos a quedarnos estancados. Soltar la toalla y decir esto no quiero/no puedo hacerlo ahora...no tengo energía, no estoy dispuesto a exponerme a ese nivel, me dolería mucho y me rindo..sé lo que tengo que hacer y no lo hago....
Eres capaz de seguirte queriendo en ese momento?
De aceptarte y verte impotente ante ti mismo, en contra de ese hábito o patrón que te parece imposible soltar? Frente al agotador: "de nuevo esta esto en mi vida" y simplemente negarte a entender o a ver, cómo si fueras un niño pequeño y aun así intentar no recriminarte, comprenderte quererte con tu terquedad, con tus resistencias, permitiéndote huir porque ahora no quieres entrar ahí....
Ese es el amor incondicional, el más difícil, el mas escaso y desconocido el que casi nadie nos enseñó y que estamos aprendiendo a punta de ensayo y error y, el que quizás nunca lleguemos a masterizar, y sabes que?? también eso esta bien.
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