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Foto del escritorPhd. Sylvia Llorente

"Light workers": Trabajador@s de la luz o de la sombra?

Actualizado: 10 oct 2018



Con el ansia de seguir negando los aspectos “negativos” de la vida (nótese las comillas, porque cualquier clasificación no deja de ser un juicio de valor subjetivo) nos empeñamos en denominar a los sanadores, terapeutas, empáticos, intuitivos y un largo etc..como “light workers” o trabajadores de la luz (seres de luz, iluminados o como quiera llamarse). Para mi, nada más lejos de la verdad. Creo que esta concepción casi mítica, ingenua e idealizada, quizás funcione -en el contexto actual de la cultura occidental del marketing, de lo socialmente estético y aceptable, de lo que “vende- para atraer a un grupo aún apegado a la espiritualidad “hippie chic” que considera que lo “espiritual”, la sanación, el crecimiento personal y otros "productos derivados" solo tienen que ver con lo “bueno". Para quienes la "evolución" se refleja en la infinita paciencia, la comprensión inagotable y el perdón incondicional de seres angélicos que vienen a encarnar la divinidad en la tierra. Personalmente, creo que cualquier ser humano que solo viva estos aspectos de la realidad, difícilmente experimentará un verdadero bienestar. Este tipo de vida implica una constante frustración y represión de aspectos ineludibles de nuestra naturaleza humana y, por lo tanto, animal. Aspectos tales como la agresividad, la apetencia, la ira, las obsesiones, compulsiones, miedos, inseguridades y un largo etc...


Creo que los verdaderos sanadores, capaces de acompañar a otros en procesos reales de transformación, más que con la luz tienen que ver con la sombra. Quienes valientemente se han arremangado y se han atrevido a sumergirse en sus propios miedos, bloqueos, limitaciones y en todo aquello que la mayor parte de los seres humanos nos esforzamos continuamente por olvidar y evadir. Quienes han mirado a la cara a su agresividad y se han permitido sentir las ganas de matar y de morir, quienes se saben capaces de odiar y sienten su violencia y la validan para evitar que los controle. Quienes conocen sus obsesiones y perversiones como la palma de su mano y las viven y reviven una y otra vez, sufriéndolas sin comprenderlas pero que, después de tanto tiempo, las aceptan como parte de su humanidad. Quienes todos los días observan sus múltiples e infinitos complejos, su sensación de no ser suficiente, su necesidad de hacer y demostrar al mundo exterior para sentirse que valen y son capaces de tomarlas de la mano, aunque se por un día, y decirles: “ya esta bien, no es necesario, hoy no vamos a hacer nada y si lo hacemos, lo haremos por y para nosotros ”. Los que se permiten sentir y vivir su tristeza aunque “incomode” a otros porque saben que lo que incomoda, es ver afuera esas tristezas que ellos no se permiten vivir. Solo quienes han hecho el trabajo de entrar en la sombra, pueden acompañarte a sumergirte profundamente en tus miedos, heridas y traumas, tus compulsiones y todo aquello (que crees) que te ocultas a ti mismo y a los demás.


Los trabajadores de la sombra van a urgar en las profundidades de tu ser para decirte/mostrarte todo lo que prefieres no ver, porque saben que esa oscuridad debe integrarse. Los trabajadores de la sombra nos acompañan a sumergirnos en nuestros miedos, heridas y aquellos traumas del pasado de los que, a veces, ni siquiera somos conscientes pero que terminan manejando nuestra vida y nuestras decisiones. Los trabajadores de la sombra ayudan a las personas a reunir las partes perdidas de sí mismas en un todo armónico y cohesionado. Y es en este trabajo, cuando emergen los regalos. Pero no, no es mágia, es simplemente consecuencia inevitable de permitirte ser quien eres, de dejar libre todo aquello que se suponía que no podías o debías ser.


La frustración, la depresión la apatía y todos los males de la modernidad vienen de negarnos, de reprimir partes de nosotros mismos que están allí y que son nuestras y la única liberación posible viene al intentar ver(nos) y comprender(nos), mirarnos desde el cariño y permitirles estar -de mil maneras diferentes- pero dejándolas “SER”. Así, de repente encuentras la paz de ser TÚ completo. Y cuando tu estás en PAZ contigo, transmites PAZ a los demás, y este es el único secreto. Y no, no dejas de sentir odio, agresividad, no dejas de irritarte, no dejas de vivir celos, días malos, frustraciones porque todos ellos son parte de la VIDA, simplemente aprendes a vivirlos diferente, a aceptarlos, validarlos y gestionarlos para que dejen de condicionar tus conductas y sean, simplemente otro matiz del infinito prisma de la existencia.

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