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Astrología Psicológica e Integrativa

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Signos: Escorpio


Planeta regente: Marte y Plutón

Elemento: Agua

Modalidad: Fija

Arquetipos: el detective, el hipnotista, el hechicero, el Psicólogo, el Chaman.


La regencia planetaria de Escorpio se adjudica, tradicionalmente a Marte y, tras el descubrimiento de los trans-saturninos, a Plutón. Con Marte (el guerrero) implicado en esta ecuación hemos de tener presente que en escorpión hay lucha y deseo. Sin embargo, en signo de agua la potencia marcial hace hervir las emociones interiormente y de manera mucho menos evidente que ocurre en Aries. Por su parte, si pensamos en Plutón, encontramos a Hades en la mitología griega, el dios del submundo, de la muerte y de lo oculto: la pulsión primigenia por la supervivencia, el instinto visceral. Así, Escorpio, no solo desea, si no que -acicateado por la plena consciencia de la muerte que respira detrás de su oreja- lo hace con la máxima profundidad y tiene celos de cualquier cosa que pueda oponerse a su afán por disfrutar de la vida.


Como signo de modalidad fija y opuesto complementario de Tauro, la conservación es otra de sus temáticas centrales, no quiere soltar nada de lo que ha obtenido en el camino, quiere mantenerlo todo para siempre. Pero, precisamente, la transformación es lo que viene a experimentar este signo, por lo que -tarde o temprano- le exigirá la vivencia de continuas y dolorosas pérdidas: procesos en los que su amor puede volverse odio y su pasión transformarse en aversión. Entonces va de un extremo al otro; por un lado siente la atracción de las tentaciones y las seducciones del mundo (tanto espirituales como materiales) y, por el otro, siente aversión y rencor. Indeciso hasta el fin, vive dudando de todo, amando y deseando participar apasionadamente en la vida y, a la vez, negándoselo.

En Escorpio somos testigos de la lucha entre la vida y la muerte, el poder y la impotencia. El guerrero se enfrenta con el dragón, pero en la lucha debe darse cuenta qué se trata del dragón de su propia psique. La Luz y la oscuridad, la serpiente de dos cabezas que todos llevamos dentro.


Desde la perspectiva de E. Carutti (2004, Ascendentes en astrología), si queremos obtener una visión práctica sobre la naturaleza de un signo, debemos primero comprender cuál es la energía del signo y lo segundo intentar ahondar en cuál es la dificultad del psiquismo en sostenerla. Esto último es cierto sobre todo, en Escorpio. Porque, precisamente, este signo nos habla de esta dificultad de la psique en sostener ciertos contenidos.

Adentrarnos en la energía de Escorpio implica reconocer que todos nosotros, sin excepción, albergamos en nuestro interior fuerzas psicológicas inconscientes e instintivas que -como un volcán- aguardan para emerger en el momento menos esperado. La mayor parte del tiempo, estas fuerzas motivan y dirigen nuestras conductas mucho más de lo que suponemos. Todo aquello, que es negado y excluido, nos maneja y nos somete.


En Escorpio se da el encuentro con todo aquello que, para garantizar la supervivencia es excluido por Cáncer (el signo del cuidado y la nutrición). Delimitar un espacio nutritivo y aislado de los peligros es necesario para que la vida pueda organizarse, crecer y prosperar. Así, lo seguro, lo cómodo, lo nutritivo, lo que nos rodea, conforma la identidad. Y, todo lo demás, queda fuera. Pero qué es exactamente lo que se excluye para que la vida sea?


Lo primero, es la muerte, esta es la primera escisión.

La muerte, no se asume como parte inexorable de la vida, por el contrario, se niega, se pospone y no se enfrenta. También se deja fuera, la pulsión: la violencia, el sexo, el instinto, lo impensable, lo destructivo. La mayor parte de los mortales aceptan y asumen éstas, como fuerzas inconscientes sin mayor exploración. Sin embargo, para Escorpio esto no es suficiente, la excavación debe ser mas profunda y rápidamente se vuelve aterradora. Allá abajo, en las capas internas de la psique -como parásitos en nuestros instintos básicos- hay muchos lugares retorcidos y heridos, lugares a los que simplemente no queremos ir y que deforman nuestras vidas sin que sepamos exactamente lo que está sucediendo. La consciencia de la existencia de la muerte y el dolor nos asusta, preferimos no mirar allí. Así que hacemos nuestra vida y evitamos pensar lo impensable. Y, sin querer, el miedo a la muerte y al dolor nos maneja. Porque entonces, ¿qué decisiones tomamos desde la voluntad y cuáles desde el instinto de conservación? Seguramente, la mayor parte lo hacemos en base a la segunda. Así, intentado escapar de la muerte nos sometemos a ella y vivimos practicamente inertes. Pero ¿que pasaría si tuvieramos el coraje de despojar a la muerte del Taboo??.

Para Escorpio, la muerte es algo que acecha y de lo que hay que debe hacerse cargo. La energía de Escorpio es, precisamente, hacerse cargo de lo excluido. Se trata del encuentro de la consciencia con la realidad cruda de la vida, con todo, tal como es, sin protecciones, ni decorados innecesarios. En ese encuentro, la identidad -como hasta entonces la conocíamos- ha de romperse para que siga el movimiento. Muere una forma de ser, de creer, de ver el mundo para que lo excluido pueda integrarse.


Aunque se dice que Escorpio es el signo de la muerte, no hay mayor vitalidad que en Escorpio porque, precisamente, nunca es más intensa la vida que ante la certeza de la muerte. Negando la muerte la vida pierde riqueza. Ante la inminencia de la muerte, las prioridades se aclaran. El miedo al futuro desaparece, el pasado se evapora. Nos enfocamos en el momento presente. Nada más importa. Toda nuestras posturas apropiadas y nuestra educación, nuestras respuestas falsas y cómodas nos son arrebatadas. Solo la verdad permanece. Como nunca antes, sabemos quiénes somos y lo que queremos.


Si la crisis pasa, la pesadilla habrá resultado ser una bendición y podemos llevar algo de esa honestidad, intensidad y claridad a nuestra vida. Quizás podamos dejar de quedarnos enredados por un pasado irremediable o un futuro hipotético. Esta es la finalidad de Escorpio, vivir con esa intensidad. Acabar con todas las pretensiones y vivir cada minuto como si fuera el último. No dejar que nada se quede tras los muros del miedo. Hacer lo inconsciente, consciente.


Desde una visión interpretativa, podemos considerar que -tal como señala Steven Forrest (2012, The Inner Sky)- para un planeta tocado por la energía Escorpiniana, ha llegado el momento de hacer ese viaje interior. Alguna parte profunda y oscura del alma debe ser recuperada del infierno y sanada. Desde la astrología evolutiva, la parte de una persona impactada por la energía de Escorpio ha experimentado en alguna vida anterior una noche oscura del alma y ​​debe volver a la oscuridad para enfrentar, integrar y finalmente curar esa parte.


Estrategias y Recursos:


Tal como señala el referido Forrest, el auto-análisis penetrante y centrado en los sentimientos es la principal táctica evolutiva Escorpiana. Estos nativos son conocidos por su mirada misteriosa, sin embargo, esta no es más que el reflejo de una incesante y penetrante capacidad de observación y enfoque que los hace capaces de llegar a los más profundos recovecos de la psique humana. Está capacidad de contacto permanente con el inconsciente y de sintonizar naturalmente con los estados psíquicos de los demás es su principal herramienta a lo largo de la vida. Sin embargo, esta es también una de las razones por las que estos nativos son más proclives a la represión interna y la negación. Así, como ocurre con el Escorpión, su principal arma puede significar, al tiempo, su propia destrucción.

El niño Escorpiano muestra y ve lo que los demás no quieren ver. La organización psíquica de estos nativos es, tal como señala Eugenio Carutti, estar atento a lo negado: “A todos les viene el dolor y lo niegan, pero yo lo veo”. Así, tiene el complejo talento de ir a mirar lo que los demás tapan. Y, por eso mismo, ante esta función de destapar las cloacas, su ambiente reacciona con rechazo, horror y asco. Así, desde muy pequeño el niño Escorpio se siente “malo” “oscuro” “defectuoso” dando lugar a la culpa y, en adelante, aumentando el control y la represión de estos contenidos. Tiene la sensación de que hay algo que no puede mostrar, pues es peligroso.


Aunque la energía Escorpiana no es retorcida o controladora en sí misma, usualmente se pervierte por las imposiciones del entorno y, en respuesta al miedo y a la sensación de vulnerabilidad, Escorpio se convierte en el signo más controlador de todos. Además, recordemos que se trata de un signo fijo, al reprimirse empieza a retener y se carga de está energía.

En los mejores casos, aprende a sublimarla, sacándola sin destruir, quizás a través del arte o la sanación. Gracias a esto los nativos del signo del Escorpion aprenden desde muy jóvenes el arte del auto-control y, en este camino, también se hacen expertos en el arte del control de los demás. Es por eso, que entre ellos muchas veces encontramos personas de gran magnetismo y poder, capacidad de decisión, fuerza de voluntad y generalmente de disposición introvertida y observadora.


Está capacidad de Escorpio de contacto permanente con lo inconsciente, es explicada por -el ya referido- astrólogo evolutivo Steven Forrest, cuando señala que en Escorpio tiene un "mecanismo represivo defectuoso". Entre nuestra mente consciente e inconsciente hay una separación. Esta separación nos resguarda de todo aquello que puede enturbiar o fragmentar nuestra auto-imagen. Esto es lo que comúnmente se denomina el mecanismo represivo. Este mecanismo es conservador, juicioso, prudente. Sin embargo, en Escorpio este mecanismo existe, pero no funciona de manera óptima. Así, emociones abrumadoras, pensamientos disruptivos, interpretaciones dolorosas e impactantes de las circunstancias emergen explosivamente en la mente del nativo. Por muy extraño que pueda parecer, este mecanismo represivo "defectuoso" es el principal recurso de Escorpio. Sin este, la claridad del crudo auto-análisis -tan esencial para el trabajo de Escorpio- sería imposible. En su ausencia, la consciencia cruda de estas emociones aplastantes y de los sentimientos que envuelven la vida, no podría surgir. Confrontado permanentemente a esta realidad interior, este nativo tiene la certeza instintiva de que a su alrededor está sucediendo mucho más de lo que parece. Al sondear y sentir el terreno interior, Escorpio se vuelve más sabio y profundo. Sin embargo, en el curso de ese viaje interior también puede ocurrir que se deslice en las trampas de la sombra.


En Escorpio, se pone de manifiesto la polaridad entre las fuerzas de la vida y la muerte.

El conflicto permanente es el péndulo entre el placer y la renuncia, entre la atracción y el rechazo, entre el amor y el odio, etc. Este signo nos habla de intensidad porque siempre impulsa al individuo hacia los extremos y, por lo tanto, existe el peligro de que predominen las fuerzas disolutivas. En el código esencial de Escorpio está inserto que “ todo es muerte y renacimiento” pero esta es una noción muy difícil de sostener por lo que el individuo suele polarizarse y puede llegar a identificarse unicamente con el poder destructivo de la oscuridad. Se olvida del renacimiento y se pierde en su propia autodestrucción, auto-inculpándose y clavándose su propio aguijón.


Los nacidos bajo este signo, pueden sentirse muy cómodos entre las sombras y llegar a contactar muy fácilmente con lo que Freud describió como "pulsiones de muerte". Lo negado en la consciencia se hace tan presente y fascinante que para ellos solo existe eso. La muerte, el poder, la pulsión, la capacidad de manipulación, ejercer el poder del sexo, la obsesión. Todo esto es tan potente que puede fascinar y devorar al nativo.

Sin embargo, es importante que sepan reconocer cuándo el baile con las sombras los ha subyugado y permitir que también se manifiesten las fuerzas de preservación de la vida. Vida y muerte luchan sin cesar pero debe prevalecer el renacimiento, lo creativo. La constante renovación y la continuidad de la vida deben desplazar las influencias destructivas y unilaterales. Se trata pues de reafirmar las fuerzas edificantes de la vida y no dejarse empantanar por actitudes pesimistas y los impulsos bajos. Esta, no es tarea fácil, pero traspasar ese puente es posible. Para hacer el paso a las profundidades de la psique de forma segura el escorpiniano ha de cultivar consciente y voluntariamente dos recursos esenciales para complementar su estrategia de auto-análisis emocional.


El primero de ellos, tiene como objetivo apartarse de uno mismo para ganar perspectiva. Escorpio debe renunciar al exceso de reverencia por su propia profundidad para aprender a reírse de sí mismo, a ver el lado humorístico de su propia oscuridad.


El segundo de estos recursos son los amigos y aliados. Estas son personas que ayudan a Escorpio a mantener la perspectiva. Lo ayudan a reír. Apoyan un interés activo y saludable en el mundo exterior, ofreciendo alternativas fascinantes a la auto-ocupación. Mas importante aún, estos aliados pueden sumergirse directamente en el corazón de la psique con Escorpio, pero aún así ofrecer esos recursos de los que el Escorpión podría carecer: humor y una perspectiva más amplia. En síntésis, para Escorpio, el desapego del aire y la comunicación de sus profundos estados emocionales -a través de una buen empleo de mercurio- permite canalizar la oscuridad y el dolor para que esta no quede atrapada en el interior y tenga una salida constructiva.


Cuando Escorpio ha incorporado estas estrategias a su vida puede seguir el camino hacia la verdadera individualización. Tras la «muerte», y con la ayuda de la fuerza de voluntad, las fuerzas divergentes y disolventes se acumulan en el propio centro y el yo purificado puede ofrecerse al servicio del mundo. El núcleo del yo que, como el Ave Fenix, emerge del fuego renacido es fuerte como un diamante y eso le permite aprovechar sus experiencias ayudando a los demás a seguir el camino espiritual de la curación. De padecer su propio dolor, aprende a sostenerlo, no le tiene miedo y es capaz de ir a liberarlo. En este sentido, Carutti magistralmente señala:


"La naturaleza de Escorpio le hace imposible negar ningún aspecto de la realidad, así se ve obligado a desarrollar una fuerte sensibilidad hacia lo más profundo de la naturaleza humana y de la vida misma. Esto, lo pone en contacto directo y permanente con el sufrimiento. Mientras el nativo rehuya el encuentro con lo negado, será la presencia del dolor la que lo obligará a despertar. Su presencia constante, tarde o temprano, lo desviará de su ansia por acumular energía y activará el anhelo, latente en Escorpio, por comprender la naturaleza humana. Allí comienza el camino del curador como otro nivel posible: el del que restaña las heridas que la ignorancia provocó en la fase de la batalla. Todo aquel que cura debe ser de alguna manera un experto en dolor".

Sombra:

El aspecto más resaltante de la sombra escorpiniana es la introspección mórbida.

El "mecanismo represivo defectuoso" del que ya hablamos previamente, provee a Escorpio acceso efectivo al inconsciente. Esta es una doble vía, el inconsciente también tiene acceso efectivo a Escorpio: Meditabundo. Mal humor. Pesadez. Esas son las trampas. Sin los dos recursos referidos: una perspectiva ampliada y aliados confiables, todo el material doloroso y confuso de la psique profunda finalmente se erosiona, arrastrando a Escorpio hacia un pantano de emociones oscuras. Una persona de Escorpio que sigue ese camino, finalmente se lastima, no solo a sí mismo, si no que comienza a picar a otros también, forzándolos sin sentido a "enfrentarse a sí mismos", insistiendo en que deben afrontar todo tipo de realidades psicológicas dolorosas. La gentileza se sacrifica en pos de "la verdad". Hemos abierto las puertas del infra-mundo pero no sabemos cómo cerrarlas, ni cómo contener a sus demonios.


Otro aspecto difícil en Escorpio es - debido a que se trata de un signo fijo- su tendencia al apego o estancamiento. Para salir de allí, es necesario reconocer que reteniendo, hay más conflicto y dolor. Al hacer consciente que, el proceso de desarrollo implica soltar el ansia de cualquier tipo de seguridad absoluta, podemos aprender a reaccionar de forma flexible ante las transformaciones que exija la vida. Contrario a su naturaleza retentiva, el nativo de Escorpio debe liberarse de las dependencias materiales y aprender a vivir con incertidumbres: aprender a sentirse seguro en la inseguridad o, cómo refiere Huber, en un "estado de conciencia continua". Tal estado sólo se alcanza cuando la conciencia está en constante movimiento y fluye sin cesar. Escorpio crea constantemente nuevas formas y se aferra a ellas con intensidad pero, al cabo de un tiempo, se ve forzado a destruirlas porque ya no le satisfacen e impiden su desarrollo. En Escorpio reside la eterna exigencia psicológica y espiritual de muerte y renacimiento. La ley de la muerte y el renacimiento subyace en todo lo vivo y, hayamos nacido o no bajo el signo de Escorpio, todos estamos sometidos a ella. Quien, por endurecimiento o por temor, intente resistirse a estas leyes de la vida, solo se condena a atravesar constantes crisis y padece un miedo crónico a la pérdida. Abrirnos a una consciencia más amplia implica comprender que vida y muerte, y muerte y renacimiento son en realidad una misma cosa pues, todo lo que llega a ser está precedido de un proceso de muerte. Es aquí cuando somos capaces de percibir la verdadera belleza de la aniquilación y la creatividad de lo destructivo.


Transformación y renacimiento:

Escorpio es el signo de la transformación, entendida esta como la conversión que se produce en nosotros cuando, en determinados momentos de nuestras vidas, nos damos cuenta de que las cosas externas ya no nos satisfacen y de que lo único que puede hacernos sentir plenos es la sintonía con nuestra verdad interior.

Una vez que hemos experimentado la falta de sentido de las satisfacciones exclusivamente externas, surge la necesidad de adoptar una nueva actitud y aspirar a una transformación fundamental. Esta transformación normalmente empieza con el abandono de lo alcanzado y con la renuncia a continuar con los hábitos de vida que tan fuertemente arraigados estaban. Es una exigencia nada habitual para el "yo" que, por lo general, tiene la tendencia a aferrarse a las posesiones y a lo establecido. La renovación depende del cumplimiento de esta exigencia.


En este proceso, debemos derribar las barreras que se van formando continuamente, desechar lo superfluo y llegar a lo esencial. Requiere -como señala Huber- la demolición del «pequeño yo». El «pequeño yo» es el conjunto de características de la personalidad y de «formas aparentes del yo» (roles) que hemos ido construyendo poco a poco a lo largo del proceso de desarrollo pero que no tienen nada que ver con el verdadero ser interior. Ahora, esa estructura del yo que con tanto amor y esfuerzo hemos levantado en el transcurso de nuestra vida debe ser derribada y destruida para que el verdadero ser interior pueda desarrollarse. Desear liberarse de los malos hábitos, de los defectos y de los vicios parecería lógico pero, al tener que desprenderse también de supuestas virtudes, de roles que proporcionan éxito y de aparentes derechos adquiridos, la lucha entre el alma y la personalidad que se produce en Escorpio llega a un punto de auténtica rebelión.

El salto hacia el centro interior pone en marcha el proceso de muerte y renacimiento que exige la renuncia y, en ocasiones, incluso la destrucción de las cosas que nos ligan a este mundo.

Surge el temor al salto al vacío, que de hecho, es un miedo constante de los nacidos bajo el signo de Escorpio, pues ellos, más que nadie, saben que algún día deberán dejarlo todo, que lo perderán todo (incluso a sí mismos) para pasar a esta nada y a este «morir». El miedo a la nada se alza como un espectro frente a esta gran experiencia que, a menudo, se supera en un momento dramático y desesperado: muchas veces sólo cuando no hay otra escapatoria.


Para apoyar este proceso podemos intentar liberarnos de los obstáculos trabajando en nosotros mismos y comprobando constantemente nuestras acciones y motivaciones. La forma de conseguirlo no es reprimiendo los estímulos erróneos ni utilizando mecanismos de compensación, sino dándonos cuenta de que la vida en nosotros es un constante movimiento y un eterno cambio. Esto conduce a ser uno en sentido espiritual. De esta experiencia de unidad surge una renovación permanente y, entonces, fluye hacia nosotros una energía vital creativa y redentora. Tras esta gran experiencia, no queda nada más que el «yo soy», que no desaparece en este proceso de transmutación sino que continúa existiendo. Después de esta transformación interna, incluso se convierte en la única realidad que verdaderamente puede ser experimentada y, en la victoria -triunfante tras la lucha- Escorpio renace desde el espíritu.


Esta transformación es un proceso difícil pero necesario, que lo conduce a la victoria sobre la naturaleza instintiva y al triunfo sobre los deseos y las metas egoístas. La persona que toma este camino será sacudida una y otra vez por las energías de vida que fluyen a través de ella para que aprenda a vivir en armonía con su ser interior, a servir desinteresadamente y a colaborar en tareas útiles para la comunidad o para la humanidad.



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