Planeta regente: El Sol
Elemento: Fuego
Modalidad: Fija
Arquetipos: El Rey (Reina), El artista, El payaso, El niño, La estrella de cine, El aristócrata, El creador.
Regido por el astro Rey (Sol), leo es líder: le gusta brillar, hacerse notar, ser visto y aplaudido. Es el nucleo interior esencial, el propósito, la auto-conciencia. La energía radiante del ser.
Dentro de la lógica de la rueda zodiacal Leo viene después de Cáncer, cuyo emplazamiento natural es el punto más profundo del zodiaco (o Fondo del Cielo - IC). En Cancer, nos ocupamos de los orígenes, de las raíces y del sentido de pertenencia a un colectivo: la familia, la tribu y a la fuente primordial de vida. Teniendo satisfecha la necesidad esencial de
pertenencia y seguridad, el siguiente paso es percibirnos -por primera vez- de manera individual y diferenciada. La conciencia grupal canceriana se transforma en la conciencia individual en Leo. En este sentido, la energía del león imprime en el individuo el impulso de liberarse de la pertenencia al colectivo, una pertenencia protectora pero, al mismo tiempo indiferenciada.
Como corresponde a un signo de fuego, el objetivo es la transformación del yo y, en Leo el impulso es el de convertirse en un ser individual y autosuficiente. Así, quienes nacen bajo el signo del Rey de la Selva son plenamente conscientes de su identidad y, en consecuencia, están deseosos de tener oportunidades para su expresión individual.
Leo representa el principio creativo por excelencia, una auto-expresión que irradia autoconfianza. Aquello que me distingue del resto y qué expongo para que sea apreciado.
Los nacidos bajo el signo del león sienten que la existencia es más amigable cuando se atreven a mostrar sin miedo el fruto genuino de su creatividad. Esta es, en pocas palabras, la meta del León. Para alcanzarla, el Leonino cuenta con recursos como la creatividad, un importante sentido del drama y mucho entusiasmo. El Leon se planta, e impone una presencia más grande que la vida misma. Esto le garantiza un desempeño entrañable y múltiples alabanzas. A los atributos ennumerados, hemos de añadir también su gran orgullo y profunda lealtad por lo cual, Leo, también está asociado a la realeza y la magnificencia. Leo, tiene un magnetismo especial que emana de su propia seguridad.
Su asociación con la alegría y el disfrute creativo, se extiende a los juegos, la diversión y los hobbies. También se asimila al gozo infantil que experimentamos haciendo algo por el mero placer de hacerlo. La energía leonina representa todo aquello que disfrutamos haciendo, creando y regalando a los demás. Un disfrute que Irradia desde el mismo centro de nuestro ser. Leo, es valentía y generosidad, porque regala su luz inagotable que emana de su interior.
Una de sus principales motivaciones es la creación de un espacio vital propio y, con este afán, salen al mundo llenos de energía en busca de las experiencias que les permitan aprender, cada vez mejor, la presentación y realización de sí mismo. Tal como corresponde a su naturaleza solar, el leonino es el punto central del espacio vital que él ha creado: el mundo gira a su alrededor y el funciona como una unidad de actuación y de mando que, con su irradiación personal, dirige y conduce a los demás. Si el nativo asume de manera inmadura esta actitud, Leo ambicionará cada vez más poder, influencia, prestigio, rango y posición. Esto, puede favorecer cualidades como la soberbia o el egocentrismo.
Cuando el signo de Leo es fuerte en la carta natal, la vocación puede tender a buscar ocupaciones ligadas al arte y a la interpretación en los escenarios. En Leo se exacerba la necesidad y la capacidad de agradar al colectivo. El Leonino tiene un olfato especial para saber qué es lo que agrada a las masas y entregárselo, por eso también puede desempeñarse en profesiones relacionadas con el marketing, la publicidad, el espectáculo, la fama y todo aquello que tenga que ver con lo que "muestro" y la proyección de la personalidad a amplia escala.
El ideal leonino es el del feliz abandono sin premeditación. Adquirir un ímpetu de amar y celebrar la vida y -una vez que ya se han acumulado unos cuantos Km en el tablero- aprender también a perdonarla. Desde una perspectiva evolutiva, Steve Forrest señala que el fin último de leo en esta experiencia de vida es la alegría. Según este astrólogo, cualquier punto, casa o planeta de la carta emplazado o teñido de la energía leonina ha sido víctima de rechazo o persecución en una existencia anterior y ahora está intentando recuperarse. Sin embargo, ¿Cuál es la estrategia de Leo para recuperar dicha alegría?
Disfrutar y sentirse bien. Parece fácil, pero nada es tan simple como suena.
Para Leo, la alegría y la espontaneidad no surgen automáticamente, solo se logran asumiendo el riesgo a mostrarse y exponerse, traspasando el miedo a la vulnerabilidad inherente a la auto-expresión creativa personal. Cuando Leo suelta sus inhibiciones y se revela -aún con miedo- se siente mejor, más seguro y más positivo sobre su lugar en el mundo. Por eso, la energía de Leo también es conocida como la energía del coraje y del corazón, pues es entendida como la voluntad y la valentía de ofrecer al mundo el producto de la auto-expresión genuina de nuestra esencia sin garantías. Leo está dispuesto a afrontar el riesgo de la autoexperiencia y a dinamitar sus barreras restrictivas con la fuerza solar interna de su corazón.
Sin embargo, qué pasa cuando Leo se muestra y expone y siente rechazo?
Si el ego es frágil y poco estructurado leo puede cerrarse y dejar de tomar riesgos. Quizás puede dejarse llevar por impulsos descontrolados de complacer a la gente y un afán permanente de "mantener" su imagen y su desempeño buscando desesperadamente afirmación del exterior, aún cuando esto implique traicionarse a sí mismo.
En cualquiera de estos dos escenarios seremos testigos de la "sombra" de Leo.
El primer caso, el del encierro puede llevarlo a la altanería y la egomanía. El fuego del León no puede reprimirse, no sin que luego emerja de alguna forma tóxica que puede hacer daño a si mismo y a quienes le rodean. Como corresponde a la determinación de un signo fijo, la fortaleza de este enfoque lo puede ir llevando a desarrollar en el camino el poder y la fuerza interior de una unidad integrada y encerrada en sí misma. Su lema será "El fuerte es mas poderoso solo".El resultado será una conciencia marcadamente egocéntrica, hasta llegar al punto en que su solitaria altura lo lleve al aislamiento y lo haga sentir aislado de la corriente de la vida. A partir de ese momento, puede anhelar con tal intensidad el contacto, el amor y la comprensión de los demás, que no le quedará otra alternativa que derribar los muros que él mismo ha creado entre él y sus semejantes. Es entonces, cuando comienza la conversión interior a través de la integración de su opuesto complementario, Acuario.
Incorporar la característica conciencia de grupo de su polaridad en el eje zodiacal le permitirá re-dirigir el foco de conciencia para incluir a sus semejantes y empezar a sentirse parte del Todo. En ese momento, la responsabilidad, la comprensión y la sensibilidad conducen a Leo al desarrollo de una autoconciencia inclusiva que es -en último término- la meta que debe alcanzar utilizando las fuerzas transformadoras de su verdadero yo. En definitiva, el objetivo de desarrollo del león es alcanzar un sentido cálido, seguro y auto-expresivo de pertenencia en el mundo. Ser portador de una convicción de seguridad, no defensiva si no genuina, derivada de la sensación de ser aceptado sin críticas, total y espontáneamente, por si mismo y por todos.
Por otro lado, si ante el rechazo o el fracaso el espíritu felino se decanta por agradar compulsivamente lo que surgirá inevitablemente será una notoria marca de superficialidad.
En su necesidad de agradar el Leon puede quedar atrapado en un mundo ficticio donde solo se permite proyectar y aparentar el "éxito" y ser “brillante” y donde se ve obligado a negar o reprimir los aspectos reales y humanos de la existencia como el dolor, la dificultad, el sentirse inadecuado o asumir el fracaso.
Se identifica con roles y máscaras con las que quiere impresionar a los demás. Pero la identificación excesiva con su rol y el «pavoneo» acaban provocando una constante lucha interior con su propio sentimiento de autoestima. Entonces, todos los aspectos de su humanidad que no encajan con su inflado auto-concepto quedan en sombra y Leo vive dominado por el miedo y la culpa de ser "humano" y "vulnerable". Está convencido de que debe presentar ante los demás una determinada imagen. Su comportamiento ya no está en sintonía con el núcleo central de su ser sino que se ajusta a los requerimientos de la situación existente y a las expectativas de los demás. En este contexto, Leo hará todo lo posible por mantener ese yo aparente y salvar su imagen aunque ello implique engañarse a sí mismo y a los demás. Con eso, solo conseguirá alejarse cada vez más de su verdadero yo.
Al no existir conexión con los valores originales de su propio ser interno, todo lo que consigue y hace con sus habilidades y talentos resulta falto de autenticidad y distorsionado. Cuando el Leon lo intenta con demasiado esfuerzo y desconectado de sí, lo único que consigue es el tipo de optimismo vacío que uno esperaría encontrar en un comercial de TV.
Entonces, cuál es el camino?
Irónicamente, es muy simple: encontrar una audiencia que aprecie aquello genuino que Leo tiene para ofrecer. Para lograr la plenitud dos piezas son necesarias: el nativo de Leo debe dejar alguna evidencia tangible de su ser interior en manos del mundo y esa evidencia debe ser apreciada. Para que esta estrategia funcione, este debe saber qué ambas condiciones deben cumplirse: la auto-expresión creativa debe ser espontánea, honesta y, al mismo tiempo, bien recibida. Si alguna de las condiciones no se cumple, entonces estaremos simplemente en presencia de un fanfarroneo y no del producto genuino del talento y expresión leonino.
El primer paso para encontrar lo genuino en si mismo y poder ofrecerlo a la audiencia adecuada, es aprender a conocerse mediante el desarrollo de una correcta auto-percepción.
Usualmente, Leo se percibe como el motivo y la causa de todo lo que se mueve a su alrededor y, en ocasiones, esto lo conduce a exigir el reconocimiento y la estima de sus semejantes, sobrevalorando su propia importancia. En cambio, otras veces le ocasiona sentimientos de desaliento y auto-desprecio. Muchas personas están convencidas de que son auto-conscientes cuando, en realidad, sólo están movidas por el deseo y creen con total convicción que tienen derecho a que sus deseos sean respetados y satisfechos. Alguien que se mueve exclusivamente por emociones y deseos egoístas se encuentra lejos de la verdadera auto-conciencia. Esta última se muestra únicamente cuando el nativo es plenamente consciente de su fuerza interna y de su propio potencial creativo, cuando conoce el significado y el propósito de su vida, cuando el individuo tiene una vida auto-dirigida y un programa de vida desarrollado y definido en el que se muestra interés por los demás, dedicándose a ellos y proporcionándoles parte de la propia fuerza interior.
A través de la experiencia consciente de su propio yo, Leo desarrolla una sensibilidad espiritual que lo capacita para percibir y entrar en contacto con el verdadero yo de los demás.
Es ahora cuando el nativo de Leo abandona la vanidosa auto-admiración o el temeroso encierro dentro de si mismo y empieza a darse cuenta de cómo es en realidad a través de sus propias reacciones en las relaciones con los demás, mediante la auténtica experiencia del amor. Experimenta su propio yo en el encuentro con los demás, participando en grupos o en relaciones de amor auténticas, y en ese proceso sufre profundas transformaciones interiores. Por lo tanto, la tarea más importante de Leo consiste en desarrollar la capacidad de reacción sensible de su corazón y cultivar el auténtico amor. De esta forma, desde el centro de su pequeño universo, es sensible a los impulsos del exterior y a las necesidades de los demás, a quienes dedica su corazón y abre su conciencia.
En definitiva, cuando Leo se encuentra en el verdadero camino del desarrollo es alimentado y motivado por su ser interior, entonces irradia una alegría de vivir auténtica y benefactora, sobre todo en entornos que lo necesiten y en los que su fuerza y asistencia sean requeridas y apreciadas. Entonces se gana el corazón de sus semejantes mediante su interés por el destino de los demás y mediante su disposición amistosa y generosa, lo cual, por otra parte produce un efecto favorable en el entorno y en su propio crecimiento.
Así, tal como ocurre con su planeta regente, el Sol, el leonino es capaz de dirigir el fuego y energía que irradia hacia los demás, para alentarlos y consolarlos con palabras llenas de amor, y despertar en ellos ánimo y fe en las propias fuerzas y posibilidades. Igual que el astro solar mantiene a los planetas en sus órbitas, Leo atrae a sus semejantes, para dirigirlos y guiarlos de forma magnética, regalándoles su calor, su alegría de vivir y su fuerza.
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